Sweetcare
Autor de 2 publicacionesLa famosa “edad dorada” es una etapa bastante cruda y complicada; te golpea sin darte cuenta. No sólo física, sino también psicológicamente.
A medida que envejecemos, nos convertimos en piezas
lábiles, capaces de quebrarse mentalmente ante situaciones convencionales.
Actos típicos cotidianos, como salir
de compras o conducir, son sueños lejanos para nuestros queridos abuelitos.
Además, esas personas con quienes solían compartir su vida quizás hoy ya no
están. Estos son parte de los factores que han elevado la incidencia de la
depresión en la edad dorada en las últimas décadas.
¿Lo peor? El impacto no es sólo
mental. Diversas enfermedades orgánicas, desde las más simples a las más
complejas, se benefician del caos en el sistema inmune de nuestros adultos
mayores, causado por las alteraciones psicológicas producto de la soledad, la
poca autovalencia y la pérdida del sentido de capacidad.
¿Tienes idea de lo que sería sufrir
un infarto, y acercarte a la muerte, por sentirte solo?
El ambiente en el que viven los
ancianos es crucial para mantener su buena salud y controlar sus enfermedades
concomitantes. Por esto, pueden verse beneficiados de la presencia de personal
médico capacitado, como las auxiliares de enfermería, los cuidadores y diversos
asistentes, quienes no sólo le brinden de su experiencia en la salud, sino
también de compañía, empatía y cariño.
La relación entre la mente y el cuerpo nos ha quedado más que clara luego de décadas de estudios. Brindar atención humana puede crear un cambio más profundo que los cuidados médicos convencionales. Nuestra salud no sólo está en pastillas, también yace en cómo nos sentimos y todo aquello que nos rodea.
Cuidemos de nuestros abuelitos en casa en la medida que esto sea posible y disfrutemos de su compañía, de sus miradas, de sus caricias.
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